Muchas gracias al comentario de Vera, enserio :3 Ya tengo "escusa" para seguir el fic, gracias! Espero que disfruten de los capítulo de hoy en delante <3
Tal como había previsto Logan, un cielo despejado de
nubes y tintado de un azul marino que sombreaba las calles se respiraba en el
anochecer. Caminé junto a Logan hacía nuestro lugar, nuestro pequeño paseo
cotidiano.
Me
apoyé sobre la valla que separaba el agua y miré a mis lados. No diferencié a
Dougie, no vislumbré la gabardina ni su mera presencia. A tiempo de que sacaba
mi pitillera con el tabaco, Logan se sentaba enfrente mía, sentado en el banco
mientras me observaba con la mirada perdida en mis movimientos.
-¿Qué
miras? –Pregunté con firmeza.
-Te
noto un poco distinta.
-¿Distinta
yo? –Carcajeé, dándole forma a mi cigarro. De vez en cuando alzaba los ojos
para encontrármelo allí, mirándome firmemente con aquella mirada azul que tanto
conocía y que tan segura me hacía sentir.
-Sí.
Estás más… despejada. Ya no parece que se te vaya a estallar la cabeza con
tanta presión.
Reí
sin evitarlo, consiguiendo que su pequeña risa se convirtiese en su susurro de
acompañamiento. Sabía que aquello no lo debía por mal, sino al contrario. Sus
ojos se achinaban, observándome feliz.
«La droga, querido Logan» pensé
mezquinamente, negando suavemente con la cabeza y sin dejar de sonreír.
-Estoy
igual –Dije sin importancia.
-Sea
lo que sea, espero que siga así –Sonrió, pero una arruga se formó en su frente
-. ¿Te vienes al estudio?
-¿A
qué? Acabamos de venir, Logan.
-Me
encuentro un poco mal, y este aire frío no me está resultando de ayuda.
-¿Y
por qué no te vas a casa?
-Si
vienes conmigo, iremos al estudio. Es como una casa; no es la primera vez que
vienes conmigo. Y si no, pues tendré que irme a casa.
Suspiré
con paciencia mientras desviaba los ojos de él. Fijé mis ojos alrededor, de
nuevo sin ver nada sospechoso y oculto, hasta que en una bocanada de aire, noté
como el viento me golpeaba a tiempo de que mis ojos reconocían una figura
apartada.
Allí,
no muy lejos de dónde estábamos, una figura de un metro setenta y algo se
apoyaba de la misma forma que yo. Estaba sola, en silencio, pero a primera
vista, nadie se habría fijado en él. Y yo estaba acostumbrada a diferenciarlo
por su aspecto.
Era
Dougie. Pero vestía un tanto diferente. Había dejado aquel día la gabardina,
gorro y bufanda de lado, y vestía un amplio suéter con pitillos. Su cabello,
junto a su corto flequillo desgarbado jugueteaba en su frente y una sonrisa se
escondía en la comisura de sus pequeños labios.
Parecía
aquella noche alguien totalmente normal. Sin vicios, sin vida oculta, sin
problemas. Solo uno más, solo un desconocido para mí.
-¿Qué
me dices? –Me recordó de pronto la voz de Logan.
Zarandeé
la cabeza, volviendo hasta allí. Logan mantenía en ceño fruncido, haciendo ver
sus muecas de dolor y malestar. Me apreté los labios y replanteé la idea. De
por sí, no me apetecía ir a su estudio aquella noche; tampoco volverme a casa.
Me pensé la respuesta por segunda vez, y volviendo a entrelazar el contacto
visual, le dije a su pesar:
-Me
quedo. Será mejor que vayas a casa y te tomes algo. Mañana hablamos, ¿está
bien?
Una
sonrisa mohína se dibujó suavemente en los labios de Logan y sus ojos bajaron
hasta sus pies. No quería aquella respuesta, pero yo tampoco aceptaba la que él
esperaba. Asintió suavemente, y se levantó con lentitud del banco, resguardándose
sus manos en los bolsillos de la chaqueta.
-Pues
nos vemos mañana, entonces –Dijo sonriendo, y se acercó unos pasos a mí.
Asentí, sin dejar de mirarle, y soltando una carcajada, añadió: -Sea lo que sea
que te esté pasando, déjame disfruta de este buen humor antes de que
desaparezca.
-No
creo que llegues a tiempo.
-Más
me vale que sí, ¿no? –Sonrió con una amplia sonrisa, y sus brazos me atraparon
en un torbellino de sosegador, cómodo y perfumado.
Me
gustaba aquella sensación, tenía que admitir, pero jamás se lo hubiese dicho a
él. Admiraba sus abrazos repentinos, cargados de cariño. Abrazos que se sienten
de verdad, que lograban traquilizarme cuando ni yo misma podía hacerlo. Pero en
aquel momento, aquel gestó resultó más confortante de lo habitual. Era la
última pieza tranquilizadora para aquel día, lo único capaz de hacerme relajar,
de la forma más sana posible.
Sí,
Logan era todo lo contrario a aquel nuevo desconocido.
-Piérdete
–Le dije cuando se daba la vuelta, dispuesto a cruzar la calle. Giró su cara,
sonriéndome por mi despedida y me lanzó un beso en el aire.
No
le respondí. Mantuve mi mirada junto a la suya, sonriendo, hasta que finalmente
volvió a girar la cabeza. Me encendí el cigarro, concentrándome en ello y
esperé a que algo ocurriese.
Tal
como esperaba.
-Te
dejo saludarme como una persona normal cuando parezco una persona normal –Dijo
Dougie a mi lado, con una pizca de gracia.
-¿No
eres un desconocido? No se les habla a los desconocidos –Sonreí, y le pasé el
cigarro para que fumara. No me lo rechazó.
-Esta
noche puedes considerarme amigo tuyo.
Sonreí
de lado. No había dudado en que, cuando Logan se marchase, él iba a acercarse.
Siempre lo hacía; no sabía por qué, pero lo hacía. Y con eso me bastaba.
-¿De
veras? –Carcajeé -. ¿Y dónde has dejado hoy el disfraz de detective?
Dougie
me hizo una mueca con sarcasmo, lo que me hizo reírme. Me volvió a devolver mi
cigarro, mientras tiraba el humo poco a poco, y sin despegar los ojos de mí.
Aquella noche, estaba admirando cada detalle, cada parte de su persona como
antes no había tenido posibilidad de hacerlo.
Resultaba
desconcertante verle allí, tan abierto, tan liberal y tan normal. Casi dudaba
de él, de el chico de los otros días.
-Demuestras
ser todo lo contrario a lo que he conocido yo –Dije. No era una pregunta, ni
duda. Era una afirmación, la verdad. Su ceño se frunció, haciendo desaparecer
toda parte de broma de la conversación.
-Al
menos conoces mis dos yo –Musitó secamente, apartando los ojos de mí y
comenzando a pasear en pequeños tramos.
-¿Por
qué?
Levantó
su mirada, firme, severa. No iba de broma, no había rastro de su característico
buen humor, de aquella mirada que se enchinaba al reírse. Ya sabía que aquello
no era algo que le gustase hablar, pero había creído que aquella noche podía
preguntarlo.
Pero
sin duda había sido estúpido. No era quién para él para saber aquello.
-Lo
siento –Me disculpé con voz grave. No estaba acostumbrada, pero debía pedirlo.
Dougie se había apartado suavemente, dándome parte de su espalda y su completo
silencio -. No que entrometerme. Fallo mío.
Sus
ojos se levantaron y me miraron son serenidad un par de segundos. Luego, una
sonrisa volvió a aparecer de sus labios y su buen humor volvió a él. Era tan
fácil el no tener problemas con él, que ni siquiera noté yo la dureza que se
había formado.
-Pero
sigues siendo la desconocida que más sabe de ambos lados.
-Pero
la desconocida –Resalté con una sonrisa picarona.
-Si
ves, para mis amigos no hay parte oculta, no hay parte adicta ni nada –Me guiñó
un ojo mientras me robaba el cigarro aquella vez.
-Entonces,
¿eso es bueno, no?
-Depende
del lado por dónde lo mires –Susurró con una sonrisa torva, y su mirada se
acercó varios centímetros a la mía. El contacto de aquellos ojos verdosos me
erizó la piel, y noté como conseguía alterarme.
Mierda,
conseguía alterarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario