Logan
no tardó en volver a desaparecer por el pasillo. Suspiré, notando mi corazón
volver a bombear con fuerza. Necesitaba relajarme, pero tenía que decirle mi
noticia para hacerlo. Volvió a pasar por delante de su propio salón, cruzándolo
y hablando en voz alta pero no le escuchaba. Mi mirada le exigía nerviosa que
se callara y me oyera, pero sus ojos miraban nerviosos a todas partes sin
prestarme atención.
-¿Qué
te ocurre? Estate quiero ya –Le dije, levantándome del sofá. Su constante
figura ir de allí a allá me alteraba demasiado.
Por
fin se detuvo y me miró varios segundos. Su boca formó una O, pero no salió más
que un suspiro nervioso de ella y volvió a caminar. Se removió su cabello negro
con las manos temblorosas y se sentó en el sofá de nuevo.
-Estoy
nervioso. Demasiado.
-No
me digas. No me he fijado ni nada, sabes –Dije con ironía sentándome a su lado
-. ¿Qué demonios te pasa?
-Me
tienen que llamar.
-¿Para
saber si te han cogido o no?
Negó
suavemente con la cabeza sin apartar la mirada de enfrente.
-¿Entonces?
-Me
dijeron que me habían cogido ya. Pero… no sé de qué van a meter.
Cerré
despacio los ojos mientras respiraba profundamente. Noté temblar mis brazos,
desesperados y desquiciados. Logan me miró entonces, y intenté dedicarme la
mirada más mezquina que pude.
-¿Estás
nervioso por eso? ¿Eres tonto o qué?
-Pues
es igual que los libros y concursos tuyos.
Fruncí
el ceño y toda mueca de alegría
desapareció de mi cara. Los ojos azules de Logan me observaron nerviosos, pero
fueron relajándose pero llenándose de tensión conforme apreciaban mi rostro
sereno. Bajé la mirada, y entonces noté como la figura de Logan se levantaba.
-Lo
siento, no pret…
-Han
rechazado mi relato. Ha habido otra ganadora.
Silencio.
Incómodo silencio cargado de falsas esperanzas.
Noté
la rabia corroborarme por dentro. La figura de Logan, muerto por palabras que
le atropellaban sin poder salir se acercaba con disimulo a mi lado. Yo misma
era consciente de que él sabía plenamente lo difícilmente sostenible que era en
aquel momento.
-Lo
siento por la obra, Lise, no pretendía…
-No
digas lo siento –Exclamé, notando como la rabia quería salir fuera -. No lo
sientes. No tienes ni idea de cómo estoy ahora. Tú y tu cine, siempre por el
medio. Crees entenderme y no.
-Si
que te entiendo, Lise, y no quería
referirme a nada en concreto que te pudiese molestar.
-Tu
nunca te molestas por nada. Finges, y ya está –Solté. Fruncí el ceño, pensando
en esas palabras. Habían salido de algún lugar fuera de mis pensamientos y
razón. Me sentí mal, noté mi pecho
comerse a si solo de la conmiseración, pero di media vuelta, y salí de
casa.
Un
cielo encapotado de nubes grises se aproximaba por el este de Londres. Me subí
la capucha de la chaqueta y caminé hasta el taxi más cerca. Iba a llover, pero
de nuevo, me asfixiaba en aquel lugar. Terminé consiguiendo un taxi perdido, y
con el pitido de la culpa perforándome el oído, salí en busca de oxígeno.
No
hace falta añadir el sitio al que fue. La noche caía con disimulo entre los
altos edificios, pero los últimos rayos de sol se colaron entre las nubes con
un toque canela sobre el Támesis. Salí al aire frío y comencé a caminar entre
los bancos. Disimuladamente, mis ojos espiaron el lugar. Ningún conocido, o mis
ojos se negaban a encontrar a nadie. Me dejé caer en el banco, y entre un
suspiro, me apresuré a liar mis penas.
Saqué
aquel reto. No era la primera vez, y había practicado la noche anterior, pero
dudaba de mis antaño logro. Suspiré y saqué el tabaco. Recordé todos los pasos
de pensar, ajustar y apretar que me había enseñado el drogadicto amable y
misteriosos que decía llamarse Dougie. Suspiré confusamente. Dougie era un
nombre con el que no le asociaba.
Tardé
mis siete minutos en liar mi primera muestra de fe. Un cigarro, algo flojo pero
bien se extendió en mis manos. Sonreí, desahogando tensión ante mi pequeño
logro. Me había liado el primer cigarro decente en menos de 24 horas.
-No
sabía que sabías liar –Oí en mi oído.
Di
un respingo. Los ojos de Logan azules celestes centellaron con travesura.
Aquella dichosa mirada. Solté una carcajada silenciosa y me volví a recostar,
dándole la espalda.
-¿Dónde
has aprendido? –Me preguntó sentándose a mi lado. Me quito mi pequeña obra de
las manos y la analizó con esmero -. No está nada mal…
-Me
enseñó un chico que conocí.
Los
ojos de Logan se apartaron azorados. Su mirada me encontró rehuyendo de la mía
y sus ojos me preguntaron en silencio. Podía decir mil cosas de su faceta, pero
no hubiese dicho nada en aquel momento.
-¿Dónde?
-Aquí,
en Westminster –Suspiré. No quería contarle la historia de Dougie el
desconocido, pero quería que Logan supiese de él -. Ya le he visto otra veces
–Tergiversé -, y ayer simplemente me enseñó a liar.
-Oh,
bueno, pero ves en cuidado. A veces… a veces se ve rondar gente extravagante
por a aquí.
-Ser
extravagante no es ser malvado, Logan –Carcajeé mientras me encendía en
cigarro.
-Da
igual… -Dijo clavando la mirada en el suelo, perdida entre algunos de sus
pensamientos -. De todas formas… bueno, ves en cuidado.
-¿Estás
preocupado? –Inquirí, sorprendida y alegre.
Los
ojos de Logan, picados me miraron como si no quisiera hablar. Carcajeé una vez
más por su rostro, y una pequeña sonrisa se escapó de sus labios.
-¿Y
qué pasa si estoy preocupado? –Lo había admitido; sí -. Eres mi amiga. Y en una
ciudad como Londres puedes encontrar de todo.
Empecé
a reír, tajante sin contestar. Adoraba a aquel Logan, pero lo aborrecía al
mismo tiempo. Era fría, pero me gustaba el calor. Él sabía respetar las
distancias que yo pedía, sabía como era y por ello le apreciaba tanto.
-Deja
de preocuparte por mí, inútil.
-Oh,
sí, me encantan tus muestras de cariño –Asintió con ironía. Su mano se posó en
mi hombro, picándome mientras me apartaba de un salto de su lado -. ¿Qué pasa
nena?
-No
me llames nena, gilipollas –Dije intentando parecer serena. Unas suaves patas
de gallo se le formaron en los ojos mientras se burlaba de mí -. Y no vuelvas a
hacer lo del hombro. Es repulsivo.
-¿Repulsivo?
–Carcajeó sonoramente -. ¿Tanto asco te doy?
-No
empieces. Y ya estás avisado… -Dije cortando la conversación mientras volvía a
fumar. Aparté los ojos de Logan, los cuales me observaban divertidos y le di la
espalda para sonreír sin que él se dase cuenta -. ¿Vas a quedarte mucho más
rato?
-Hasta
que te acompañe a la puerta de tu casa –Vociferó con tono romántico, para lo
que negué silenciosamente con la cabeza -. Y si quieres, te dejo pagar a ti el
taxi que nos llevaba. Para que no salgas corriendo.
-Cállate.
Eres muy estúpido, Logan –Dije de broma y una carcajada más se perdió por la
noche. Levanté la mirada, sonriendo aún con el cigarro en la boca y miré a la
otra punta del Támesis.
Suspiré
mientras observaba el paisaje. Aparté de un zarandeo las ideas de la cabeza,
evadiéndome de realidad, y volteé mi mirada. Y allí estaba. El desconocido, el
chico de los porros, Dougie. Estaba con la mirada, otra vez oculta sujetando lo
que debía de ser un cigarro para los demás, y un porro para él. Me quedé
mirándole en silencio, él absorto en su burbuja, y alcé una ceja antes de
volver a girarme hacía Logan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario